miércoles, 24 de octubre de 2018

Fictober 2018: La mañana (Día 3)

Posted by Malena on octubre 24, 2018 with No comments



La mañana era el momento del día favorito de Svetlana. 

En la mañana era cuando se despertaba con el olor a café recién echo inundando el departamento. Lo primero que veía al entrar a la cocina era la sonrisa de la pelirroja, acompañado de un "buen día, ¿dormiste bien?". Entonces desayunaban juntas, entre charlas y sonrisas, con una caricia de manos por ahí y unos roces de piernas por allá. 

Dependiendo del día harían una cosa u otra.

El domingo saldrían a pasear por el parque del barrio. Comprarían un helado y se sentarían en una banca, a veces en silencio y otras hablando. Mirarían a los chicos jugar o escucharían la canción de aquel músico que tocaba a cambio de una limosna.

Los lunes se levantarían más tarde. Convencer a la pelirroja de quedarse en cama era un desafío, no le gustaba quedarse sin hacer nada. Pero nada era lo que menos hacían.

Los martes cada una iría a por su lado, haciendo sus propias cosas pero siempre acompañadas. Compartiendo miradas para asegurarse que la otra seguía allí, y una sonrisa después de confirmarlo.

Los miércoles se sentarían en el sofá, verían una de esas películas clichés que tanto le gustaban a la de ojos verdes y compartirían uno que otro beso al final. 

Los jueves era tiempo de ejercitarse. Normalmente también era tiempo de quejas, pues la menor no era una fan del ejercicio. Pero tras una larga ducha y un pequeño masaje, todo estaba solucionado.

Los viernes eran una sorpresa. Nada estaba planeado. El pasado habían ido de compras. El anterior a ese habían ido a desayunar fuera. El siguiente irían a la playa. 

Los sábados venían acompañados de un dolor de cabeza si habían salido la noche anterior. Generalmente, Svetlana se sentaría en la mesa con un café en silencio, y su acompañante le ofrecería una pastilla para el dolor. Comerían en sin decir nada y luego se dedicarían a acurrucarse juntas en el sillón. 

La mañana era el momento del día favorito de Svetlana. Porque por las mañanas era cuando podía pasar en total compañía del amor de su vida, momentáneamente olvidándose de los problemas que conllevaba la vida adulta. Ya se ocuparían de eso por la tarde. Lo que único que importaba era que se tenían una a la otra. Y ella esperaba que siguieran así por muchos años más. 




sábado, 6 de octubre de 2018

Fictober 2018: Estrella fugaz (Día 2)

Posted by Malena on octubre 06, 2018 with No comments


Bianca no podía entenderlo. A pesar de todo lo malo que había ocurrido, causado por la guerra contra aquellas criaturas de la oscuridad, las estrellas tenían todo el descaro de seguir igual de bellas como siempre. Como si los padecimientos que los humanos sufrían no les fueran de mucha importancia. Como si no sintieran el dolor que traían consigo las lágrimas que resbalaban por su mejillas. 

Lágrimas de impotencia, de tristeza... de duelo. Siempre se había mostrado optimista, con una vaga esperanza de que su amiga, su hermana, estuviera realmente desaparecida y no lo que los demás daban por hecho. Porque estar desaparecida no es lo mismo que estar muerta; al menos en el primer caso quedaba la posibilidad de encontrarla con vida. Y eso es lo único que ella deseaba. 
Bianca pudo ver, a pesar de sus ojos empañados, una pequeña luz moverse por el cielo nocturno. Una estrella fugaz. 

Se sentía tonta por hacerlo, después de todo sólo era una creencia popular. Pero tal vez, de la misma forma en que la Luna había oído las súplicas de sus padres cuando ella era pequeña, la estrella escucharía la suya. Su deseo.

Estaba desesperada y lo sabía, porque estaba empezando a aceptar la idea de no volverla a ver jamás. Pero era lo único que le quedaba intentar. Cerrando los ojos y juntando las manos como si rezara, Bianca deseo con todas sus fuerzas. Volver a ver esos ojos verdes, ese pelo tan rubio que casi llegaba a ser blanco como el suyo, esa sonrisa, escuchar su voz. Al menos una última vez, sólo para despedirse. Aunque fuese una ilusión. 

Esperaba que la estrella la escuchará y llevará consigo su deseo, a donde quiera que fuera.




jueves, 4 de octubre de 2018

Fictober 2018: Compartir la cama (Día 1)

Posted by Malena on octubre 04, 2018 with 2 comments



Gris. Ese era el color que predominaba en el pequeño cuarto. Paredes grises, piso gris, techo gris. Sin ventana por la que ver el sol asomarse por la madrugada. 
El tiempo parecía haberse congelado. Los minutos parecían eternos y las horas nunca pasaban. Lo único que marcaba el paso del tiempo era la pequeña llanura de la puerta que se abría cada tanto para dejar pasar una bandeja con comida. 
Se podía encontrar una cama contra la pared opuesta a la puerta, y un retrete en el lado izquierdo. No había paredes que separaran el baño del dormitorio. 
Y en el centro de la habitación, una niña. Sentada con las piernas cruzadas, remera y pantalón blanco, sin zapatos. El pelo castaño le caía suelto por la espalda, enmarañado. Sus ojos verdes clavados en un punto fijo de la pared que tenía en frente, mirando sin mirar. Rememorando los días que había pasado con su familia, rodeada de sus padres y hermanos, acompañada. Mucho antes de que los atraparan. Y a ella.
No sabe cuánto tiempo estuvo así, pero cuando el sueño comienza a hacer pesados sus párpados, se levanta y camina hasta la cama. Mira una última vez la estancia, vacía como siempre, siendo ella su única compañía. Pero no quiere estar sola, no quiere dormir sin nadie a su lado. Así que hace lo que sabe hacer, lo que ellos le dieron el poder de hacer. 
Sus ojos brillan, cambian del color verde a un amarillo fosforescente, y se siente estirar hasta partirse en dos. Entonces cuando el amarillo desaparece, se encuentra con otros orbes del color del jade, idénticos a los suyos pero sin ser del todo propios. Otra niña, misma ropa, mismo pelo, misma cara. Regala una sonrisa a su nueva compañera, y ella le devuelve una parecida. No hay palabras de por medio, no las necesitan, pues lo que piensa una lo piensa la otra. 
La niña se da vuelta hacia la cama y se mete entre las sábanas, dejando un espacio para que lo ocupe su otra yo. Y eso hace. Como si fuese un robot, la copia se cobija en la cama y la enfrenta, sin decir nada. La niña entonces le da la espalda y pronto siente los brazos conocidos rodearla, abrazándola. 
Finalmente cierra los ojos, dispuesta a dormir y soñar con los nuevos tiempos que vendrán, donde podrá ser libre de aquellos que la vigilan. Imagina que esos brazos no son de su clon, sino de otra persona, su hermana o su madre. De aquella manera puede compartir la cama con alguien, y momentáneamente la soledad desaparece. Ese es el único favor que los de las batas fueron amables de otorgarle.